Tuve dos amigos panaderos. Uno hacía pan. El otro lo fabricaba. Yo andaba por ahí, fingiendo. Los dos se quejaban de la mierda de curro que tenían y a veces se empalmaban hablando de cómo lo hacían. Yo movía el tema. Los tres amasábamos sombra en berlinas robadas a los domingueros que llegaban con el calor por la 501 como las moscas. Los panaderos sabían robar y conducir. Yo sabía mover el tema. Recuerdo un día en especial que era lunes como ayer y hacía calor como hoy que acabo de escuchar en el buzón de voz a una desconocida informando que de esta historia ya sólo quedamos uno.